«Pobre mujer, que por su belleza le fue arrebatado todo lo que tenía, ya no podía volver a respirar el aire libre, encerrada en un espacio donde apenas podía respirar malamente, ella sin saber pagará una deuda que no debe, por una cobarde, miserable sin honor. Ella será enterrada entre cuatro paredes por ser pobre y por haber sido la mujer más bella, de la que todos los hombres se enamoraron, sólo por su belleza inigualable.
La envidia le arrebató la felicidad ahora sufre la desgracia de haber sido la más bella, aquella que era amada aún en la distancia, sueño de toda mujer, fue parte de su desgracia. A ella no le interesa el dinero que le ofrecían sus enamorados, la envidia de muchas que querían ser igual de bellas que ella. Durante su encierro había amenazado con quitarse la vida, como un modo de ser libre.
Pobre mujer, le quitaron su libertad, le prohibieron tomar el aire libre, ya no pudo volver a ver el sol. Poco a poco, entendió que la maldad no tiene límites, que nadie la escucharía en ese pequeño y mugriento espacio, pero con el tiempo fue perdiendo su esencia humana y su cordura, su alma estaba destrozada, desgastada, fragmentada.
La invadió la locura que suele acompañar en encierro injustificado y ruin. El mundo que ahora habitaba, sus pensamientos llegaron a ser cada vez más sombríos, ya no se distinguía, sus pensamientos la habían transformado en lo que hoy es, algo más allá que una mujer en ruinas.
Sus sentidos por un tiempo llegaron a engañarla, haciéndole creer que algún día sería libre, pero su fantasía se convirtió en parte de su pesadilla, su mente se convirtió en la peor prisión, o en la constructora de un monstruo.
Con el tiempo el ángel se transformó, haciendo de su verdugo un maestro, que le daba falsas esperanzas, que alimentaban su desesperación y mataban sus sueños. Presa, sin nada que esperar, llegó a sentirse orgullosa a pesar de su desgracia, llegó a pedirle a Dios el poder cobrar venganza, pero sus pensamientos la llevaron a pensar diferente. Su vida, ahora sombría se había llenado de rabia extasiada que le cubría todo lo que una vez fue humanidad, humildad, en algo oscuro de futuro incierto y de un final lejos de Dios.
Todo lo que la hacía humana desapareció, sus ojos se tornaron oscuros, llenos de misterio, es increíble como la injusticia convierte a una mujer en un monstruo. Con el alma desierta como no se puede imaginar, su bondad se desvanecía.
Le siguió pidiendo a Dios que le permitiera cobrar venganza, pero él dejó de escucharla, ha visto su oscuridad. Y el tiempo ha pasado y todo ha muerto en ella, los pensamientos invaden su mente casi a punto de estallar, sus ojos destellan lo que parece fuego, se volvía cada vez más sombría. Luego entendió que existen peores castigos que la muerte…»