El cuerpo de la envidia y el deseo.


“Debo huir” ya que soy la piedra de tropiezo de muchos hombres que no saben controlarse; soy también lo que más odian, y la envidia de muchas otras mujeres. Ellas no soportan las miradas de los hombres sobre mí, siento como ellos con sus ojos me tocan y me devoran, siento como ellas con sus miradas fulminantes me apuñalan y me prenden en fuego. Siento la furia sexual salvaje dentro de mí, la lujuria, la morbosidad; la siento con odio y con una envidia imperdonable hacia mí.

Soy el cuerpo que todo hombre desea poseer, soy como toda mujer desearía ser, soy para su tortura totalmente natural. Muchas me han amenazado con matarme, muchos me han amenazado con secuestrarme. He escuchado desde los más absurdos piropos, hasta la más estúpida de las calumnias. He llegado a amarme aún más, a odiarme también a veces; he llegado a odiar a mis padres por haberme procreado y en contradicción reconocer que soy su mejor creación.

No tengo paz, mi teléfono no deja de timbrar, recibo llamadas a todas horas ¿me pregunto si habrá alguna otra forma de escapar de esto? aunque no sé si realmente quiero. Yo, aunque soy hermosa, no soy feliz. Tal vez deba nacer de nuevo como una mujer más corriente… como las demás, pero soy el cuerpo prototipo de la envidia y el deseo.»

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